Existen pocas cosa mas bellas que compartir una pasión. Una pasión por un deporte, por ejemplo. Y qué mejor que compartirla con tu viejo. Ese que te dio la vida y te ensenó a enamorarte de lo que haces. Esta es la historia de los Dávola. Pablo, el padre; Lucas y Matías, los hijos. O mejor, es la historia de cómo Pablo les transmitió a ellos, a sus hijos, el amor que siempre sintió por el futsal.
Los 3 militan en Central, pero Lucas y Matías, los mellizos de la familia, comenzaron a seguir los pasos de su padre cuando él jugaba en Echesortu. “Mi papá se enamoró de este deporte cuando jugaba en el Eche y eso influyó un 100% para que nosotros iniciemos a jugar”, contó Matías. Allí, los hermanos comenzaron a practicar futsal, el deporte de papá.
Para cuando se mudaron al Canalla, Lucas y Matías debieron decidir si seguir empleando tiempo y esfuerzo en el futsal, entonces apareció el consejo del viejo: “Después de dejar la escuelita de Echesortu, no estábamos seguros de realizar futsal de manera competitiva, pero él nos dio ese empujón de confianza para seguir en este deporte hermoso que hoy seguimos disfrutando juntos”, rememoró Lucas.
Hoy en día Pablo se desempeña en Veteranos de Central y tanto Lucas como Matías son integrantes del plantel superior auriazul. Cada vez que puede, Pablo va a ver a sus hijos y no pierde la oportunidad de seguir aconsejándolos porque “siempre tiene algo para decir”, reveló, entre risas, Mati.
“Después de cada partido podemos estar horas hablando sobre lo que pasó en ese encuentro y en otros, y capaz que al otro día seguimos. Es muy lindo compartir esto con mi papá”, confesó Matías. “No hay nada mejor que celebrar un triunfo o un campeonato en familia. Ver la felicidad de mi viejo o la de mi vieja en esos momentos es algo que no tiene precio. Se puede decir que en esta familia se respira futsal”, expresó Lucas.
Pablo, Matías y Lucas. Padre e hijos. Un vínculo que trasciende todo. En el medio, el fútbol de salón, que como en tantos otros casos aparece para agregar una pizca de pasión al día a día de una familia que como elocuentemente expuso Lucas, respira futsal.
Larga vida al rock.