El futsal traspasa fronteras. Aparece a veces como la alternativa al fútbol de 11, pero pasa a convertirse en una pasión desmesurada. Cambia la vida de los deportistas a tal medida que, en ciertas ocasiones, hasta los hace marcharse del país y dejar atrás todo un mundo, lleno de amistades y familia, para ir en busca de un sueño.
Ese sueño puede estar muy lejos de acá, incluso en otro continente. Este es el caso de Gimena Blanco, Agostina Chiesa y Julia Paz Dupuy. Tres jugadoras que actualmente integran el plantel de Olimpus Roma, de Italia. Tres jugadoras que se fueron detrás de una pasión.
Gimena es mendocina, tiene 31 años. Comenzó en fútbol 11, siendo campeona Sudamericana e integrante de la delegación que participó en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Luego de volver de las olimpiadas, fue invitada a participar del mundial de fútbol de salón que se realizó ese año en España. Allí un agente italiano la vio y quedó impresionado con su juego. Le propuso ir a jugar a Italia y ella aceptó de inmediato: “En esa época era muy difícil que alguien de afuera ponga el ojo en una jugadora de argentina, además apenas tenía 20 años, así que acepté sin dudar”, afirma Gimena.
A partir de entonces comenzó una carrera llena de éxitos. En 10 años que lleva en el país del viejo continente consiguió 4 Scudettos, 2 Copas Italia y 2 Supercopas, lo que la posicionó como la extranjera con más títulos de ese país. Además, fue galardonada 3 veces como la mejor jugadora del futsal italiano (2010, 2013 y 2015). Toda una leyenda viviente.
Agostina es del norte de nuestro país, más precisamente de Resistencia, Chaco. Tiene una larga trayectoria en la que cuenta, entre otros clubes, con 4 etapas en Racing, más varios equipos italianos. A sus 30 años afirma sin pudor que el futsal es una parte esencial en su vida: “Para mi es lo más importante, siempre lo priorice en cualquier decisión”, asevera Agostina.
Zurda ella, comenzó practicando fútbol de salón a la misma vez que el de 11 en su Resistencia natal. De muy joven se fue a vivir a Buenos Aires para seguir practicando futsal, pasó por Huracán y tuvo su primera experiencia en Avellaneda. Luego le llegó la oportunidad de irse a jugar al exterior. Su destino fue Italia: “La primera vez que vine a Italia tenía 18 años y me animé por cumplir un sueño”, cuenta la chaqueña. Fue entonces que desarrolló su carrera alternando entre clubes italianos y retornos al país “siempre para jugar en Racing”. En su basta trayectoria sabe bien lo que es cosechar títulos, como el que consiguió en su última etapa en la Academia, pero para ella lo más importante pasa por otro lado: “Los logros deportivos no los cuento en campeonatos, ganar un torneo con Racing fue una de las cosas que más me marcó por lo que habíamos peleado en los años anteriores llegando a instancias finales. Haber jugado con las mejores jugadoras del mundo y aprendido de eso para mi es más importante que un torneo”, expresa Agostina.
Julia es la más joven, apenas 18 años, de Capital Federal. Comenzó a jugar futsal porque no tenía edad para practicar fútbol 11. “Empecé en Boca en un primer momento porque tenía que tener mínimo 16 años para jugar al de 11, pero me terminé encariñando más con esta disciplina. Me parece mejor, mucho más intensa”, afirma. En 4ta división se proclamó goleadora del torneo en el que se alzaron el título. Luego pasó por Sportivo Barracas hasta derivar en Racing, donde fue compañera de Agostina.
Este año, luego de su gran actuación con el equipo de Avellaneda, se fueron juntas con Chiesa a jugar al Olimpus. Justamente ella, Agostina, fue “el contacto directo hacia el futsal Italiano”. Al llegar allá, se topó con un mundo bastante diferente: “Acá me encontré con un montón de diferencias a nivel futbolístico y cultural. Al ser una disciplina semi profesional se toma más como un trabajo, quizás no hay tanta amistad dentro o fuera de la cancha”, comenta Julia. En nuestro país se forman “familias futbolísticas que allá (Italia) no pasa”. “En Argentina es un grupo de amigas que juegan al futsal cada fin de semana y después quizás nos juntamos a comer un asado y cosas así. Acá eso no pasa, dentro de la cancha sos compañera y afuera listo”.
El presente las encuentra juntas en Olimpus, el club de la capital italiana. Un equipo que “tiene una estructura en donde te podés desempeñar tranquilamente, tiene medios para el alto rendimiento”, apunta Chiesa. Lo mismo que todo el futsal italiano, según Gimena: “Acá está muy avanzado. Tanto en los sponsor y el apoyo, como en las infraestructuras, y también hay una diferencia grande con respecto a las tácticas y a las formas de juego”.
La liga italiana es sin dudas una de las más competitivas de futsal en Europa. Para Julia el nivel futbolístico “es muy alto, es como jugar cada fin de semana contra la selección de Brasil”. Muy parecido es el pensamiento de Agostina: “Acá es muy competitivo, todos los fines de semanas son difíciles, los equipos están bien armados y que estén casi todas las mejores jugadoras de cada liga hace que el nivel suba”.
Las tres saben lo que es vestir la camiseta de la selección. Claro, no por nada están jugando allá, y las exigencias de un futsal de elite las hace desarrollarse aún más. “El tener este roce es algo que a uno la ayuda a crecer futbolísticamente”, asegura Dupuy, que tiene por delante un futuro inmenso.
Tres jugadoras que se fueron de Argentina en busca de un sueño. Tres jugadoras que dejaron todo atrás para dedicarse al deporte que las apasiona. Tres jugadoras que dejan bien representado al futsal de nuestro país.
Larga vida al rock.