Varios son los responsables de que Sirio sea lo que hoy es dentro del futsal rosarino. Salvador Juri, quien fuera presidente por muchos años de la institución, es uno de ellos. Otro, que evocará los recuerdos de tantos quienes pasaron por la institución, es Marcelo Nardone.
Marcelo llegó a Sirio, convocado por Salvador, para dirigir las divisiones infantiles en 1989. Una vez dentro del club comunidad, Topo Del Re, viejo conocido, lo invitó a sumarse al plantel superior como jugador. Marcelo Sólo tenía 22 años y venía de jugar y ejercer de profesor en otros clubes igualmente importantes de la ciudad.
En el presente es coordinador y se encarga de llevar adelante la ‘estructura futsal’ en el Colegio Marista. Asegura que le interesa mucho más el cómo que el cuánto y por eso elige para sus equipos entrenadores pedagógicamente preparados. “A los chicos hay que formarlos, los resultados son consecuencia de un gran trabajo que viene detrás”, certifica.
1986 – 1987. Newell’s, el punto de partida
Nardone conoció el futsal cuando tenía 10 años. Jugaba con amigos en Newell’s, en alguna de las canchitas que poblaban el Parque Independencia. A los 14 dejó la práctica del fútbol de salón, inclinándose por un deporte acuático: el waterpolo.
Pero la vida, empecinada, le volvió a cruzar en su camino el futsal, deporte del cual nunca más quiso alejarse. Otra vez la institución elegida para desarrollarse fue la Rojinegra, sólo que esa vez lo hizo para disputar el primer torneo de futsal de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Era 1986.
Desempeñándose mayoritariamente en los partidos de tercera, estuvo todo el primer campeonato oficial de Afa y parte del segundo, el cual quedaría en poder de Ñuls. Se alejó de La Lepra a mediados de 1987. “Con los viajes a Buenos Aires conocimos lugares que nunca pensamos que íbamos a conocer -rememoró Marcelo-. Recuerdo haber jugado contra Boca en el predio de La Rural, o una vez que hicimos la entrada en calor en la cancha de Platense. Fue una muy linda experiencia”.
Esa etapa marcó el comienzo, también, de su trayectoria como entrenador. Mientras se desarrollaba como jugador, inició a trabajar con las divisiones inferiores. Tenía 19 años y ya perseguía el anhelo de ser profesor de Educación Física.
1987 – 1988. Servando Bayo, bajo el ala de la experiencia
Mientras cursaba el profesorado, Luis Del Re y Rubén Vizzi lo convencieron de sumarse a Servando Bayo como entrenador. Ante la invitación de dos “leyendas” del deporte, como los catalogó el propio Marcelo, no dudó en aceptar y se dispuso a entrenar a los chicos del club.
Allí estuvo 2 años. Arrancó con preinfantil, luego sumó infantiles y menores. Pero el propio Vizzi lo invitó luego a cambiar de rumbo.
1987 – 1988. Provincial y USAR
Al mismo tiempo que se desempeñaba como profesor en Servando Bayo, se sumó a Provincial para competir dentro de la cancha. Aún hacía tiempo para encarar las obligaciones de estudiar, entrenar y jugar.
Luego de 2 años fructíferos en Servando, Nardone tuvo un breve paso como profe de inferiores en USAR, club al cual llegó gracias a Rubén Vizzi. En 1989 dejaría Provincial (como jugador) y Unión Sionista (como entrenador) para sumarse a Sirio.
1989 – 2018. Sirio, su casa
Salvador Juri, presidente de la institución siria por aquellos años, dialogó con Marcelo y le propuso hacerse cargo de las divisiones menores del club. Los equipos juveniles que entonces coexistían en las instalaciones del Tricolor no se asemejan en nada a lo que conocemos hoy en día.
Con el apoyo absoluto del presidente, Nardone encaró un proceso de completa organización de la estructura del futsal en Argentino Sirio, llegando incluso a conformar torneos internos, donde solamente competían los diferentes equipos que integraban el club. “Con los más chicos no necesitábamos jugar contra otros equipos porque con la competencia interna nos bastaba”, admitiría más adelante el profesor.
“Cuando llegué a Sirio no había escuelita de futsal. Yo arribé para trabajar en lo que sería hoy una novena”, aclaró. No existían aún muchos equipos menores, pero con el correr del tiempo fue sumando cada vez más categorías hasta que finalmente tuvo a su cargo toda la tira de inferiores, desde pre infantil a juvenil.
Creó en la comunidad siria una estructura con su propio tinte. “Al estilo de uno”, dice. Las divisiones inferiores llegaron a contar con dos equipos por línea. Cientos de chicos se congregaban para practicar futsal en calle Italia.
Todo eso fue posible “gracias a Salvador Juri -aseguró-. Él nos acompañó en cada iniciativa. Fue el mejor dirigente que conocí. El gimnasio del club debería llevar el nombre de Salvador Juri, en su honor”.
Paralelamente también se puso la tricolor para pisar el parqué. En su primer año como profe en la institución, Del Re, quien era entrenador del plantel superior, lo invitó a sumarse al grupo de primera como jugador. Por dos años transpiró, literalmente, la camiseta del club. Esos fueron los últimos dentro de una cancha. A los 24 puso punto final a su carrera como deportista y se dedicó exclusivamente a su pasión por enseñar.
Con el correr de los años, y mientras el sueño de una estructura completa de futsal se iba convirtiendo en realidad, Marcelo supo oficiar de entrenador del primer equipo. “Cada vez que se iba el D.T. yo asumía interinamente hasta que encontrábamos otro profe”, explicó. En uno de sus último interinatos, cayó en cuenta que dirigir muchos equipos de inferiores y además hacerse cargo del plantel superior le era imposible. Se reconvirtió entonces en coordinador de inferiores y asumió el compromiso de dirigir la primera, hasta que convocó a Gabriel Valarín para que continúe el proceso como director técnico y se afincó definitivamente en el rol de coordinar.
En el 2018, tras casi 30 años, se alejó de Sirio por divergencia de ideas. “Fue toda una vida en el club. Formamos una estructura fantástica. Siempre tratamos de buscar el desarrollo humano, fomentar los valores a través del deporte. Lo más importante para nosotros fue todo lo que había detrás de la propia competencia, los resultados son consecuencia de todo el trabajo que se hace puertas adentro”, sintetizó.
2018 – presente. Maristas, el objetivo de repetir
Mientras se encontraba por primera vez en más de 30 años alejado del futsal recibió un llamado desde el Colegio Marista Nuestra Señora del Rosario, de Bv. Oroño 770. Los miembros directivos del colegio querían organizar un equipo de futsal dentro de la institución y Marcelo fue el apuntado para llevar a cabo ese proceso.
La idea, según el experimentado profesor, “era armar unas inferiores muy fuertes para luego llegar a primera, pero terminamos armando muy fuerte arriba y más chiquito abajo”.
Con él como coordinador de futsal de la institución, Marista fue creciendo y se sumó al futsal de la ARF en 2019, contando con equipo masculino de mayores (primera y reserva) y cuarta división. Entrado el año se fueron sumando más categorías menores y conformaron asimismo la primera femenina.
“La idea es crear una estructura como lo hicimos en Sirio. Tenemos un apoyo muy importante del colegio, lo cual es fundamental ya que el futsal nació como necesidad de la institución. Se armó una estructura acorde para que los chicos puedan jugar. Maristas tiene un futuro extraordinario”, vaticinó Nardone.
En resumen:
Como jugador:
Newell’s
Provincial
Sirio
Como entrenador de inferiores:
Newell’s
Servando Bayo
USAR
Sirio
Como coordinador:
Sirio
Marista
Larga vida al rock.