El Club Atlético María Madre La Lata, tal como se lo conoce hoy, nació en 2016, pero el proyecto comenzó un año antes, cuando un grupo de personas, conformado por los curas en ese entonces de la Parroquia María Madre de la Iglesia, Gonzalo Carbone y Fabián Belay, sumados Giuliano Baruzzo, Lucas Grivarello, Carolina Olmos y un conjunto de operadores, estableció un centro de vida. Allí, los chicos que estaban en las calles comenzaron a tener un sitio donde compartir actividades con otros. Ese fue el puntapié inicial.
“Cuando llegamos al barrio, vimos que el gran problema era que los adolescentes estaban desescolarizados y se encontraban en situaciones de consumo. Y, en el caso de los más chiquitos, nos dimos cuenta que corrían el riesgo de terminar así si no se prevenía de algún modo”, contó Baruzzo, uno de los principales fundadores, a Cuna del Futsal. Esa desescolarización era realmente preocupante: el 80 % de los adolescentes de La Lata, desde el primer año de secundaria, dejaban los estudios y se iban a la calle.
“La causa de eso no es la droga. Detectamos que, ante la falta de vínculos sanos familiares, de un símbolo de autoridad en la casa, sea por el motivo que sea, los chicos no se formaban en hábitos. Es decir que cuando tenían que levantarse temprano para ir a la secundaria y debían cumplir con las tareas, no lo hacían, entonces dejaban. Al dejar, empezaban a estar en la calle. Y ahí aparecía la droga”, explicó Baruzzo, quien trabaja en la Fundación River hace más de un año.
Por lo tanto, bajo estas circunstancias, surgió el centro de vida, para darles contención a los chicos, generar vínculos saludables y formar hábitos. Pero, sobre todo, para sacarlos de la calle. Una calle en donde la droga y la delincuencia son accesibles, con la violencia que ello conlleva. Lamentablemente, el proyecto tuvo un momento crítico, ya que los organizadores, con el correr de los meses, notaron que muchos chicos iban solo algunas veces a la semana al centro, y que después volvían a la calle. Por ende, tenían que hacer algo rápidamente.
“Ahí surgió la idea con Gonza (Carbone) que lo que más iba a atraer a los pibes era el fútbol. Así que en 2016 empezamos a ir a las canchitas y a los colegios de la zona para proponerles a los chicos que se sumen. Cuando vimos que los pibes se empezaron a enganchar, y respondían al fútbol, pensamos en institucionalizarlo y hacerlo un club”, narró Baruzzo. Ese fue un paso muy importante, ya que en un club los chicos debían cumplir horarios, respetar reglas, normas, a sus superiores y aprender a vivir en sociedad. Todo ello ayudaría a formar hábitos y así evitar que la desescolarización aumente. Y eso ocurrió.
Incorporación del futsal
Si bien La Lata comenzó como un club de fútbol 11, la falta de espacios verdes en la villa hizo que se vuelque hacia la práctica del futsal. Además, al ser un deporte en donde se necesitan menos jugadores para armar planteles, el comienzo de las actividades sería más rápido. Y, por si fuera poco, Baruzzo está vinculado hace muchos años al mundo del futsal, por lo que sabía que este deporte era mejor para estimular cognitivamente a los chicos.
“Lo primero que intentamos hacer era que los chicos tengan sentido de pertenencia. Ese proceso se dio durante todo el 2016: crear la identidad del club, ponerle un nombre, elegir una camiseta”, comentó el también técnico de la 5ta y 6ta del futsal de River. El ingreso definitivo de María Madre al futsal se dio en 2017, cuando pudo jugar en Arofusa con las categorías Preinfantiles, Infantiles y Menores, lo que supuso un salto de calidad tanto por empezar a competir como por las exigencias de los entrenadores: “Si no venís a entrenar, si no traés la libreta escolar, no podés jugar”.
La revolución se generó ese mismo año, ya que todas las categorías gritaron campeón. “Con esos logros se generó un sentido de pertenencia importante. La gente de La Lata es eternamente estigmatizada por ser un barrio violento, peligroso y marginal. De repente, hubo una vuelta de página donde La Lata tuvo algo positivo. El club pasó a ser el orgullo del barrio, un espacio de identificación”, evidenció Baruzzo.
Ese boom hizo que los chicos más grandes, aquellos que estaban en la calle y habían dejado la escuela, se quieran sumar. Entonces, la exigencia desde el club era que se integren a la EEMPA (Escuela de Enseñanza Media Para Adultos) del club para terminar los estudios y que dejen las drogas los días de entrenamiento y de partido. Y así fueron generando hábitos y cambiando para bien.
El 2018 también fue un año muy productivo, ya que lograron formar todas las categorías en Arofusa, desde Primera hasta Preinfantiles. Incluso, conformaron equipos femeninos de primera y de inferiores, y jugaron un torneo con Godoy, Central Córdobas y Teléfonos, ya que no existía la categoría en Arofusa.
Paso a ARF
En 2019 se concretó la participación de María Madre en los torneos de la Asociación Rosarina de Fútbol (ARF). Por ende, antes tuvo que construir la cancha propia, ya que habían estado entrenando en plazas y alquilando el predio de La Rural para disputar los partidos. “En cuatro meses hicimos una movida descomunal, en la que generamos dinero y recibimos donaciones de empresas amigas. Así, logramos tener una cancha espectacular”, celebró Baruzzo.
Sintetizando el año, el plantel superior de María Madre tuvo su bautismo en el Torneo de Verano, y luego compitió en la Primera B2, certamen donde culminó segundo en la Zona Permanencia. Por su parte, las inferiores fueron lo más destacado, ya que tres categorías consiguieron subcampeonatos: 5ta, 6ta y 7ma. Además, hubo dos terceros puestos: 4ta y 9na. Y aunque no pudo completar toda la tira de las divisiones inferiores, el plan es poder hacerlo para cuando se retorne a la competencia pos cuarentena por el coronavirus.
Por otra parte, en cuanto a la primera femenina hay que subrayar que, por el momento, no es una prioridad en el club. El motivo es la falta de jugadoras que hay en La Lata. “Sí tenemos inferiores de femenino, pero no tenemos primera. Lo que nos pasó en Arofusa era que nos ganaban todos, porque convocábamos a las madres del barrio. Pero era un espacio más recreativo que competitivo, así que no se formó una primera. Asimismo, confiamos en que las inferiores van a formar un equipo de primera más adelante, cuando crezcan”, explicó Baruzzo.
En cuanto a las categorías mayores, como Veteranos y Super Veteranos, ocurre algo similar que con el equipo femenino, ya que no hay jugadores de esa edad que puedan formar planteles. “La gente que estaría en Veteranos en La Lata, es gente que hace muchos años está en consumo y no está en condiciones de formar hábitos para competir. También apostamos a tener ese equipo a largo plazo. Es decir, cuando la primera de La Lata crezca y los jugadores vayan quedando relegados en primera, pueden formar Veteranos”, manifestó el fundador de María Madre.
Obras
Desde el lado edilicio, además de la cancha que tuvieron que hacer a contrarreloj (estrenada el 4 de mayo de 2019 en una jornada de futsal de inferiores ante Horizonte), en María Madre se están terminando los baños y los vestuarios gracias al millón de pesos que ganó el club en el concurso solidario promovido por la Fundación River en octubre de 2019, dirigido a entidades socio-deportivas que contaran con un proyecto de infraestructura. Todo el barrio La Lata, como toda Rosario, estuvieron convulsionados durante las dos semanas que duró la votación. Una vez conseguido ese premio (del que María Madre donó parte hacia otros clubes perdedores), todo fue alegría.
Desde el club estiman terminar la obra por completo en mayo de 2021, pero antes deben finalizar dos vestuarios provisorios para que la cancha esté habilitada. Cuando se terminen los vestuarios principales, los provisorios pasarán a ser para los árbitros y para la utilería. “La obra no solo se lleva a cabo con la plata del premio, sino que hay empresas que donaron y donan, y las ganancias que se obtienen con mi libro también van para eso”, contó Baruzzo, quien publicó Cruzar la línea hace poco, donde cuenta historias sobre sus inicios en el trabajo social y deportivo y la historia completa de María Madre como institución.
“Un pibe más en el club, un chico menos en la calle”. Bajo ese lema, el proyecto de María Madre crece día a día y parece no tener techo. El futsal sirvió para cumplir sueños y ser motor de cambios en un barrio históricamente discriminado. Todos merecen oportunidades en la vida, y María Madre, por suerte para La Lata, es eso: una fábrica de oportunidades.
Potterhead, sherlockiano y guardiolista ⚡🔎⚽