Diego García comenzó a jugar al fútbol de campo a sus nueve años, pero en la adolescencia incursionó en el futsal por amistades y se enamoró, lo que sí lo marcó desde siempre fue la pasión por atajar, siguiendo el legado de su padre. Camilo en cambio, arrancó jugar futsal en Horizonte a sus cinco años de edad, pero en sus comienzos jugaba de lateral y terminó llegando al arco por decisión propia debido a la falta de arqueros en su categoría.
“Mis comienzos fueron difíciles porque en ese momento no había entrenamiento específico, en realidad el que llevaba los guantes atajaba”, confiesa entre risas Diego, y agrega: “Por suerte lo pude hacer seguido, ya que mí viejo atajó toda la vida y yo lo seguí”. El menor de los García, a pesar de sus 10 años de edad y con toda una carrera deportiva por delante, también se animó a contar sus primeros pasos en el puesto: “Mi inicio en el puesto fue difícil pero divertido, porque pude atajar un penal en un partido peleado contra Rowing”.
A la hora de confesar qué lo llevó al arco, además de la falta de arqueros en su categoría, Camilo no duda y deja en claro que, desde un comienzo, el legado familiar se hizo fuerte: “Me inspiré en mi papá”. Diego, con sus 39 años de edad, se emociona al ver a su hijo atajando, pero no siempre le pareció lo mejor: “Nunca quise que Camilo sea arquero, sé que es el puesto más lindo pero también es el más complicado. Pero en estos pocos años me demostró que puede asimilar los errores y no sufrirlos tanto” y agrega: “Ahora no puedo perderme un partido de él, sufro mucho aunque nunca lo exteriorizo”.
La herencia familiar es una anécdota para los García, sino que es algo que alimentan día a día: “Entrenamos juntos 3 o 4 veces por semana, más Camilo que yo (jaja)”. “Papá me aconseja pero quiere que escuche más a mis profes y que me divierta. Lo que me acuerdo siempre es que me dice que saque las que van adentro y no meta las que van afuera”, cuenta Camilo entre risas con su padre. Camilo además de jugar futsal en la octava división de Horizonte, también ataja en fútbol de campo en Juan XXIII, pero una cosa no opaca la otra: “Hacemos entrenamientos de arqueros de campo y de futsal que me enseñan en los distintos clubes”.
“El futsal ocupa mucho tiempo de mí vida, me permitió conocer amigos y empezar a competir en un equipo con ellos” declara el menor de los García, y su padre agrega: “A mí me hizo conocer gente maravillosa que todavía sigo encontrando, viajes, anécdotas, amigos, excelentes jugadores. Ahora con mí hijo en este deporte, se multiplica esta pasión y ver que a él le pasa lo mismo, es algo hermoso”.
En la actualidad, Diego sigue practicando el deporte en la división veteranos de Nueva Aurora, lugar al que llegó luego de un paso por la misma categoría de Rosario Central. Más allá de estar activo a sus 39 años, sus sueños en la disciplina se enfocan en Camilo que, a pesar de su corta edad, ya tiene metas a futuro: “Sueño con salir campeón con Hori y poder jugar en alguna selección” confiesa el arquero de Horizonte, y su padre agrega: “Mi sueño es poder ver que el cumpla los suyos”.