Maristas y Sagrado Corazón jugaron por primera vez en categorías inferiores. Dos colegios cuya rivalidad es reconocida dentro del ámbito escolar y la cuál se evidencia también en lo deportivo. Dicha rivalidad llegó al futsal de inferiores, dónde la 6ta, 8va, 9na y 10ma se enfrentaron este viernes.

En el deporte de inferiores, la Argentina siempre lucho contra la figura de los “padres fanáticos”, aquellos que realzan las rivalidades, que las piensan más allá de un juego para que los chicos practiquen el deporte y mantengan lazos sociales desde etapas formativas, algo tan importante para la vida de todas las personas.
Sin embargo, la jornada entre ambos colegios rosarinos no evidenció dicha situación. En una jornada ejemplar, dónde el resultado deportivo pasó un segundo plano, fue destacable el buen comportamiento y la predisposición de los valores de quiénes se acercaron a ver los encuentros. Padres, organizadores, espectadores de ambas instituciones, jugadores, todos hicieron de una presunta rivalidad, un día de desarrollo y de aprendizaje deportivo.

La jornada de Maristas y Sagrado Corazón funciona como una digna representación de dos instituciones educativas que buscan, justamente, educar en el trabajo de inferiores y visibilizar que los chicos además de competir, deben divertirse y formarse.
Fueron diferentes partidos los disputados y diversos los resultados finales. Ninguno de esos importa frente al hecho de que este “clásico” tiene que ser un clásico que, justamente y valga la redundancia, nos siga a todos y a todas enseñando sobre la comunidad deportiva que necesitamos y merecemos.

Periodista · Redacción en Cuna del Futsal · CM y redacción en Línea de Tres · Comunicación de WAP Esports