No debe existir sensación más linda que ver a niños y adolescentes alejarse de los problemas cotidianos dentro de un club. Ese lugar mágico donde las contrariedades del mundo se hacen a un lado para darle paso a la pasión de practicar el deporte amado, donde lo único importante es el sentirse pleno y feliz compartiendo con compañeros que hasta pueden devenir en amigos.
Qué mejor entonces que encontrar historias de chicos que relatan en piel propia y desde una mirada casi sin corromper su pasión por este juego. Por eso Cuna del Futsal se acercó hasta el club Rosario Central para hablar con Milton, un adolescente de 15 años que juega en la 5ta división del Canalla.
Suelto, con la seguridad en la palabra de un experimentado, Milton confiesa que hizo varios deportes en su vida pero todos “lo aburrieron”. Con el futsal fue distinto, algo de esta disciplina lo atrapó: “Lo que más me gusta del futsal es que me transmite adrenalina. Es un fútbol de ida y vuelta y no es para cualquiera”, sentenció el pivot del club de Arroyito, para que vayan anotando los que están fuera de estado…
Juega desde los 9, aunque admite que antes de esa edad ni conocía el deporte. Empezó como tantos otros, por seguir a su hermano, sólo que esta historia es un tanto particular. Joni (su hermano mellizo) jugaba al fútbol de 11, pero a Milton lo de correr no le gustaba demasiado. Un día, un entrenador vio a Jonatan jugar y le preguntó si le interesaba hacer futsal. Pasaron los días y un llamado llegó a la casa de los Flores, era el director técnico que buscaba al chico que había visto en cancha para convencerlo de que se uniera al equipo de fútbol sala de Argentino. El que llegó primero al teléfono fue Milton, quien antes de pasárselo a su hermano le dijo “decile que tenés un hermano para jugar futsal”. Así comenzó entonces la vida con la pelota de medio pique de los mellizos de la familia.
“Puedo decir que comencé por curiosidad y gracias a mi hermano”, afirmó el joven sin pudor. “Nuestro primer partido lo jugamos contra Newell’s y desde ese momento me gustó el futsal y empecé a jugar”. Después de un año en Argentino se integró al equipo de Central donde sigue jugando hasta el presente.
Hombre al que no le gustaba correr, como a los cracks de antes, admite que en el futsal no queda otra: “Antes no me gustaba correr para nada, era vago. Ahora sí me gusta entrenar. Pasa que el futsal es en equipo, los 4 tienen que estar activos y si uno está sin entrenar no conecta con el equipo y es uno menos en la cancha”.
El juego en conjunto al que obliga este deporte lo hizo empezar a mover las piernas, pero además, una situación en especial hizo que no quedara más remedio, como él mismo con una sonrisa comentó: “Hace unos años atrás teníamos un compañero que era bastante calentón, encima era arquero”. De esta manera comenzó narrando su peculiar anécdota. Continuó: “Lo echaban cada dos por tres y siempre quedábamos 5 contra 4. Defendíamos en rombo y al que le tocaba estar en la punta del rombo siempre era a mí. Así que esos 5 minutos de partido estaba corriendo de acá para allá y no me quedó otra que adaptarme y que me guste correr. Eso me ayudó mucho, ahora podemos decir que me gusta”, finalizó y se rió recordando.
Apasionado por el futsal. No sólo lo juega, también es de mirar partidos por la tele. En especial sigue a alguien que le gusta mucho como se desempeña dentro de las canchas. Edu Villalba, jugador que pasó por Central, Pinocho y ahora está en San Lorenzo. “La rompe”, aseguró el hincha confeso del Canalla.
Milton es un chico como tantos otros, que encontró dentro de un club el espacio para poder aprender jugando. Porque el deporte es más que sólo actividad física, y ver lo que transmite en los más jóvenes es realmente una de las sensaciones más lindas.
Larga vida al rock.