El año 1994 fue uno de los más gloriosos para Newell’s, no solo por la coronación de la División de Honor de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), sino por las proezas en el extranjero que tuvo aquel equipo dirigido por Vicente de Luise. Sí, porque luego de la gira por España durante fines de marzo y gran parte de abril, la Lepra se embarcó hacia Bélgica a jugar un fugaz torneo con equipos de varios países de Europa.
El torneo se llamó “International Indoor Football Championship 1994” y fue en Genk (ciudad localizada en la Provincia de Limburgo), donde estaba la fábrica más importante de Ford (principal organizador), con la intención de presentar un nuevo modelo de la cadena automovilística: el “Ford Mondeo”. Newell’s fue el único equipo de Sudamérica que participó, mientras que los otros elencos eran de Holanda, Hungría, Italia, Croacia y del anfitrión Bélgica (el Roam Fortuna Bilzen, de este país, fue el campeón).
El certamen se disputó entre el 20 y el 22 de mayo. Los dos primeros días (viernes y sábado) se jugaron las fases de grupos (12 zonas de 4 equipos cada una). El domingo se disputó la fase final: octavos, cuartos, semifinales y final. Las jornadas arrancaban entre las 10.00 y las 11.00 y terminaban tarde, cerca de la medianoche.
Newell’s, que formaba parte del grupo G, jugó los tres primeros partidos el 21 (a las 14.30 frente al Bouwfonds Geleen -equipo holandés de una empresa de construcción-, a las 16.30 contra el ZVC Geleeg Leopoldsburg -elenco belga- y a las 20.30 ante el ZVK Imes -equipo belga de una empresa de suministros industriales-). En los tres encuentros, la Lepra brilló y ganó casi con comodidad. Sin embargo, lo que viene después es un poco confuso.
A pesar de haber sido un torneo oficial, avalado por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación), prácticamente no existe información sobre los partidos, por lo tanto, casi todo está basado en la memoria de los protagonistas. Y uno de ellos, tal vez uno de los mejores entrenadores en la historia del Rojinegro, es Veco de Luise (primer entrenador de la Selección argentina masculina de futsal en un Mundial –Holanda 1989-), que asegura que su equipo quedó entre los ocho mejores de la competencia. Es decir, Newell’s avanzó una instancia más y cayó en cuartos de final.
“Sé que perdimos contra el holandés que después fue derrotado en la final por ‘shoot out’. Y nosotros también perdimos por ‘shoot out’, algo que nunca habíamos practicado”, contó De Luise. ¿Qué era la definición por shoot out? El jugador salía desde la mitad de la cancha, con la pelota dominada, debía enfrentar al arquero y patear antes de cinco segundos; el arquero podía moverse por toda el área, pero no salir de ella, y el jugador no podía entrar.
“Esos penales eran parecidos a los penales australianos en el hockey, nosotros no lo habíamos entrenado. Además, nos enteramos durante el torneo que los cruces, en caso de empate, se definían así”, coincidió Sergio Gonano, uno de los jugadores más experimentados que viajó a la gira, quien tiene dudas si el equipo quedó en octavos o en cuartos de final.
Pero a pesar de no tener en claro en qué fase quedaron afuera, en lo que los protagonistas sí coinciden es en el nivel de los equipos del torneo, bastante inferior al de los de España. Esto puede ser producto de que muchos hayan sido conjuntos que se armaron para ese torneo en particular, incentivados por empresas que lo patrocinaron (Genk es conocida por ser una de las ciudades industriales más importantes en Flandes -región de Europa en la que se habla el dialecto flamenco-).
“Eran todos equipos profesionales. Nos costó menos porque el nivel no tenía comparación con lo que es un equipo de la Copa de Honor de España. Además, habíamos entrenado un montón, estábamos muy preparados. Tácticamente, los superamos, porque eran muy desordenados, pero físicamente eran unas bestias. Nos mataban”, contó Walter Fiele, jugador leproso que también participó en ese torneo.
Siguiendo esta línea, Gonano dijo que había jugadores muy habilidosos, porque había muchos que eran futbolistas. “Era como si estuvieses jugando contra los mejores de Holanda y Bélgica ahora. Eran muy buenos técnicamente. A lo mejor, tácticamente los superábamos nosotros, por eso fue todo muy parejo”, contó.
Uno que lamenta el resultado final del equipo, o que al menos reconoce que estaban para más, es Ramiro Buttice, arquero suplente en ese momento. “Fue una lástima que no hubiésemos llegado más lejos. De hecho, entre nosotros nos lamentábamos porque quizás si hubiésemos practicado en esa cancha y esos penales, hubiésemos avanzado. Teníamos nivel para más. Nos quedó ese sabor agridulce”, manifestó.
El grupo
La delegación que viajó a Genk estaba conformada por 16 personas: Sebastián Rossi, Ramiro Buttice, Sergio Gonano, Walter Fiele, Salvador Abdo, Edilson de Souza Lima (Bimba), Anderson dos Santos Oliveira (Clayton), Tadeu Guerra, Gabriel Valarín, Marcelo Di María y Marcelo Shciave -jugadores-; Vicente de Luise (DT), Hugo Castañeira (AC) y Oscar Mazza (PF) -cuerpo técnico-; Oscar Cacho Sansó (dirigente); y Marcelo Turcato (periodista).
Newell’s contó, para esa gira, con la presencia de varios brasileños. Eso, según Turcato, periodista que viajó para cubrir el evento mientras trabajaba para LT3, fue un plus por encima del resto de los equipos. “En esos lugares de Europa el fútbol de salón era muy agresivo y físico, pero Newell’s tenía una estructura muy trabajada, con jugadores como ‘Bimba’, ‘Clayton’ y Tadeu, que le daban calidad a un grupo que tenía a grandes como Rossi, Abdo, Gonano y Valarín, por mencionar algunos”, enumeró.
Bimba y Clayton habían viajado a España, pero Tadeu fue uno de los que se sumó entre ese lapso (también lo hizo Rubinho, aunque no viajó a Bélgica). “Éramos un equipo preparado física y tácticamente muy por delante de los otros. No recuerdo los resultados, pero sí sé que fueron partidos muy disputados”, contó Tadeu.
Actualmente viviendo en Londres, Tadeu reveló cómo los influenció tener un entrenador como De Luise en ese entonces: “Vicente esa temporada hizo la diferencia. Era un entrenador serio y nos marcó mucho en el juego a cada uno de nosotros. Hoy en día, es un entrenador respetado en el fútbol sala en toda América del Sur y en otros países”.
A su vez, el brasileño rememoró su paso por el club junto a sus compatriotas: “Éramos cinco brasileños. Todos estábamos calificados para lo que Newell’s necesitaba. Hicimos una gran amistad, vivimos juntos y fuimos muy felices en Argentina”. Luego de ese exitoso año, Guerra decidió irse de Newell’s porque no pudo llevar a su familia a Rosario y, además, vio cómo empezaba a desarmarse la estructura conseguida por el futsal. “Surgió el mismo problema que echa a perder este deporte: las personas que están interesadas en sí mismas y los políticos que lo usan para ascender en la política. Fue lo que pasó en 95 cuando el presidente López dejó el fútbol sala solo”, lamentó.
La idea de Tadeu es realizar un encuentro con sus excompañeros pronto, y poder ver un partido de Newell’s en el “Claudio Newell”, ya que no ha vuelto a Rosario. Y, eso, puede concretarse, ya que Buttice es uno de los que aún sigue teniendo contacto con él. “Con ‘Bimba’ y con ‘Clayton’ tenía muy buena relación por una cuestión etaria. Con ‘Bimba’ nos hablábamos antes de que falleciera (murió en diciembre de 2019 por un paro cardíaco). Incluso, estábamos organizando un partido, él estaba jugando en veteranos de Corinthians. Íbamos a jugar allá o acá; en realidad, era una excusa para vernos. Ahora me sigo hablando con Tadeu y con Rubinho”, afirmó el hoy arquero del equipo de veteranos de Sirio.
Retomando la idea que deslizó Tadeu acerca de la política en el deporte, Gonano comentó que las giras por el extranjero surgieron para sacar algún “beneficio” para los dirigentes: “La gira surgió en el año ’93, con De Luise a la cabeza y con López, para tratar de insertar el deporte como puntapié para su futura elección presidencial del club y hacerse conocido”. Por su parte, De Luise dijo no acordarse, pero cree que fue por iniciativa propia, ya que en esa época tenía un lema: “En cada gira, tiene que surgir otra”.
No obstante, según contó Buttice, la gira ya se conocía desde principio de año. Por ese motivo, y como nadie sabía a quién le iba a tocar ir, los jugadores fueron a Buenos Aires en verano a hacerse los pasaportes. A algunos, como a él, el permiso le salió dos días antes de viajar, así que tuvo que ir a buscarlo y volver rápidamente. “Me acuerdo que fui el lunes previo a entrenar a la noche y me encontré con que estaba en la lista. Yo era un pibe, jamás pensé que me iba a tocar viajar. Tenía en el plantel a los dos arqueros de la Seleccióna argentina (Rossi y Fabián Socorro). Así que el martes a la madrugada viajé a Buenos Aires a buscar los papeles porque no se los habían dado a todos. Fui y vine en el mismo día, y al otro día salimos para Bélgica”, recordó.
Buttice que, con 17 años, fue el más chico de la delegación, viajó en lugar de Socorro, quien no pudo estar por un problema laboral en España. “A mí me vino al pelo. Yo le tengo que agradecer a él que no fue porque nunca hubiese vivido lo que viví”, contó casi emocionado. Además, tuvo el aval de la escuela secundaria, ya que tenía 25 faltas para ocupar, y, como iba a representar al país, llevó un comunicado de Newell’s para justificar las inasistencias. Lo único negativo fue que, como era una época de cierre de notas, a la vuelta tuvo todos los exámenes juntos. “Fue lo de menos, después de lo que las cosas inolvidables que pasé”, minimizó.
“Yo era un pibe, para mí fue una experiencia enorme viajar a Genk. Fue una vivencia muy linda, por muchos aspectos, tanto por la cuestión deportiva como cultural, del viaje y demás. Aprendí mucho porque era un plantel muy competitivo, y hasta el día de hoy me sirve mucho todo”, resaltó el arquero. Buttice, que integraba el plantel de primera desde los 14, fue el arquero de la tercera campeona en el ’94. Incluso, a la final también la jugaron Bimba, Clayton, Scheave y Tadeu (los dos primeros tenían edad para disputarla, mientras que los otros dos participaron como mayores).
El viaje
Ese miércoles 18 de mayo no salió todo como se esperaba, tanto por cuestiones negativas como positivas. Primero, la delegación fue en avión hasta Aeroparque (Capital Federal), y desde ahí fueron a Ezeiza, donde esperaron hasta la noche (se demoró el avión), cuando salía el vuelo de Aerolíneas Argentinas hacia Roma con escala en Barajas (Madrid, España). Pero en Ezeiza, cuando estaban por subirse para partir hacia el Viejo Continente, los jugadores de la Lepra no podían creer lo que estaban viendo: los jugadores del equipo de fútbol del Nápoli iban a viajar con ellos.
“En el aeropuerto empezamos a ver muchas camisetas de la Selección argentina, con el 10 de Maradona atrás. Resulta que íbamos a viajar con el plantel del Nápoli, que había venido a Argentina y había pasado por la casa de Maradona, que les había regalado camisetas antes de volver a Italia. Así que volamos todos mezclados”, recordó, aún sorprendido, Buttice. Es que, justo días previos, en Argentina se jugó un torneo amistoso llamado “Copa Carlos Menem 1994”, disputada en la cancha de Vélez, el Estadio José Amalfitani, y en el Estadio José María Minella de Mar del Plata, entre Vélez, Independiente, River, Nápoli y la Roma. Unos días antes había terminado, así que la vuelta se dio ese mismo día.
Sin embargo, las estrellas del vuelo, al parecer, no fueron los jugadores del Nápoli, sino los de Newell’s, ya que fueron los que tuvieron prioridad para bajarse en Roma. Como el avión estaba llegando tarde, y tenían miedo de no alcanzar el otro que los llevaría a Bruselas (Bélgica), ni bien tocaron tierra italiana los leprosos bajaron corriendo, así que los napolitanos se quedaron sentados esperando que el torbellino de rosarinos pasara. Pero fue en vano, porque el otro vuelo también estaba demorado. Así que cuando aterrizaron en Bruselas, mucho más tarde de lo planeado, pensaron que el colectivo que la delegación les había enviado no estaría; pero ahí estaba, listo para trasladarlos hacia el hotel en Genk.
El hotel es el “Hotel Restaurant Europa”, que aún sigue activo. Como está a las afueras de la ciudad, tenían que movilizarse en una combi hacia la cancha, que estaba establecida en un lugar llamado Limburghal, ubicado en el centro de Genk, que funciona como centro de convenciones, sala de eventos y espectáculos, que cuenta con una capacidad para 8000 personas. “Los partidos se jugaban en un lugar como si fuese un shopping. Estaba la cancha abajo, y la gente pasaba por arriba, tomando una bebida y se paraba a mirar. Era como un circo romano”, contó Turcato, por quien los familiares de los jugadores en Rosario se enteraban cómo les estaba yendo en el torneo. “En ese momento no teníamos teléfono. Me acuerdo que una vez había comprado una tarjeta para hacer un llamado, y no duró ni 10 segundos. Así que ahí les dije a mis viejos que escuchen LT3 porque no los iba a llamar más. ¡Me iba a fundir!”, relató Buttice.
Fiele también describió el sitio de competición de los partidos: “El torneo estuvo muy bien organizado. La estructura de las canchas era muy, muy linda. El lugar era como La Rural: abierto, muy grande, en donde se armaron las canchas. Había muchos partidos por día y andaba mucha gente dando vueltas”. Sin embargo, ese sitio no era en el que, en realidad, debía jugar Newell’s, ya que, por la zona que le había tocado, tenía que hacerlo en el Sportcentum (Centro Deportivo Municipal Genk). Pero por la convocatoria que tenían los encuentros (ser un equipo argentino, con brasileños, eran motivos de seducción para los espectadores), tuvieron que jugarlos ahí. “Esa fue una desventaja, porque los otros equipos de nuestra zona se conocían entre sí, y nosotros no los podíamos ver a ellos. Además, el único entrenamiento lo tuvimos en el Sportcentum”, afirmó Buttice.
El plantel tuvo una sola práctica, al otro día de su arribo a Genk, en esa cancha, que no era igual a la del centro de convenciones, ya que era de un parqué como engomado, más acorde a lo que estaban acostumbrados en Argentina. Por el contrario, en el estadio principal la cancha era una alfombra de césped sintético y se jugaba con pelotas que picaban un poco más. “A nuestro juego, que era rápido, lo perjudicó bastante”, criticó De Luise. “Los jugadores de Newell’s quedaron sorprendidos cuando vieron todo eso”, deslizó Turcato.
Más allá de esas diferencias, el torneo fue una fiesta. Entre medio de los partidos o al final de cada jornada, había espectáculos y shows musicales. Fue una movida importantísima. “Estuvo presentado con toda la parafernalia, con todo el marketing, que en ese momento no era habitual. De hecho, después del torneo fuimos a una fiesta en la que estaban algunos planteles, directivos y gente importante del país. Me acuerdo que había cantado un músico que nosotros no conocíamos, pero decían que era sensación en Bélgica”, narró Buttice.
Visitas fugaces
El tiempo para los recorridos fue muy escaso, ya que la prioridad era la competencia. “La rutina era clara y siempre la misma: competir, alimentarse y descansar. Terminado el campeonato tuvimos un día libre y fuimos a Bruselas y a Brujas. Yo no conocía Bruselas, pero sí Brujas, dado que había ido en ocasión del Mundial de Holanda. Bruselas es una ciudad bonita, la ‘Grand Place’. Brujas es una ciudad medieval, de las más lindas de Europa”, recalcó Veco de Luise. Ese día libre, los jugadores lo aprovecharon a pleno.
El lunes a la tarde, la delegación completa se subió a un tren para ir a Brujas. Los jugadores siguieron, pero Castañeira, De Luise, Sansó y Turcato se bajaron en Bruselas. “Brujas está sacada de un cuento medieval. Está llena de palacios con incrustaciones de oro, detalles espectaculares, con canales como los de Venecia. Tiene cosas que caracterizan a la ciudad, que la hacen diferente, que no las ves en otras ciudades”, contó Buttice, que quedó enamorado de los lugares que visitó en esa gira. “El viaje en sí fue algo que me quedó grabado durante mucho tiempo. Hoy podría volver e ir a recorrer los mismos lugares con los ojos cerrados”, añadió.
Con respecto a ese viaje en tren, Turcato contó una anécdota sobre Castañeira, el ayudante de campo: “Me acuerdo que Hugo, que había jugado al fútbol de salón en Holanda un tiempo, decía que sabía hablar francés. Como en Bélgica se hablan varios idiomas, entre ellos el francés, en el tren él nos decía que lo dejemos hablar porque sabía. La cuestión es que no se le entendió nada y andábamos a las señas”. Pero por Bruselas anduvieron un rato solos, ya que más tarde los jugadores se tomaron el tren de vuelta y se bajaron a conocer también dicha ciudad. Sin embargo, a esa hora, al atardecer, ya estaban casi solos, según recuerda Fiele: “En esos lugares de Bélgica hay otra cultura y, cuando se hace de noche, cierra todo y no queda nadie. Y no queda nada abierto”. Apenas pudieron encontrar una pizzería abierta de un italiano en el centro cívico, en donde les sirvieron una pizza de cada clase, pero fina y sin sal. “No entendíamos nada, le señalamos que nos dé una de cada una, pero se ve que hacen la masa sin sal. ¡Le tuvimos que poner sal nosotros!”, se rió Buttice.
Pero eso no fue todo, porque al otro día, luego de haber pasado la última noche en el hotel de Genk, la delegación aprovechó el lapso de seis horas que tenía entre el arribo a Roma desde Bruselas y la salida hacia Buenos Aires, y se alquiló una combi para recorrer la parte histórica de la capital italiana. Como el financiamiento de la gira completa estuvo a cargo de la organización del torneo, los jugadores tenían a disposición, prácticamente, toda la plata que habían llevado. Buttice comentó al respecto: “No pusimos un peso para nada. En lo único que gastamos fue en los trenes a Brujas y a Bruselas, la combi en Roma, la comida ese día y algunos regalos. Yo fui el que más plata llevó, porque era un pibe y mi familia me regaló 500 dólares. El que más había llevado era 250 dólares, porque estaba todo pago. Yo me traje la mitad de vuelta”.
Tras ese recorrido que dejó muchas fotos y recuerdos, el plantel se volvió a Buenos Aires. Y, aunque tenía que hacer escala en Barajas, tuvo que seguir de largo hasta Montevideo (Uruguay) por una fuerte tormenta. Luego de una hora de espera, siguieron hasta Ezeiza, para tomarse un colectivo a Aeroparque y hacer el vuelo final hasta Rosario. Fue el 25 de mayo, y todos estaban esperando el asado. Todos menos Gonano, que ni bien llegó fue internado y, a posteriori, operado.
“Me venía sintiendo mal los últimos días, después de competir. Recuerdo que el 25 de mayo llegamos a la mañana, me acosté un rato, pero como estaba tan mal fui al médico. Ahí me dijeron que me tenían que operar de urgencia. Resulta que había tenido apendicitis y se me había infectado a peritonitis. Yo les dije que tenía que consultar con el médico de Newell’s, pero no me dejaron y me operaron rápidamente”, contó Gonano, que estuvo siete días con suero, primero, y mucho tiempo para recuperarse y volver a las canchas, después. “Estuve bastantes semanas sin poder ni siquiera entrenar, y me costó mucho la rehabilitación por el dolor. Pero, afortunadamente, no me perdí los partidos más importantes de ese año”, agregó. ¿Qué le cayó mal? Dice que no se acuerda que haya comido algo específico, aunque le da la sensación que pudo haber sido una comida que repitieron casi todos los días (porque era lo que más o menos conocían de lo que les ofrecían): una especie de supremas con champiñones. “Nunca en mi vida comí tanto champiñón. Comíamos siempre lo mismo, porque lo otro no sabíamos qué era. Había muchas opciones para elegir, pero no entendíamos nada”, recordó Buttice.
Pero Gonano no fue el único que tuvo un problema de salud en aquella gira, ya que ni bien llegaron a Bélgica, el plantel se quedó sin un jugador, al menos, en el primer entrenamiento (entrenamiento en el que le rompieron la nariz de un pelotazo a Buttice): Walter Fiele. “Llegué muy descompuesto y con vómitos. Así que me perdí la primera práctica. Pero fue solo eso, porque como me pusieron una inyección enseguida en el complejo, ya el primer día de la competencia estaba entero”, contó.
Estadía prolongada
Pero aquel 25 de mayo no arribó la delegación completa a Argentina, ya que hubo cuatro integrantes que se quedaron unos días más en Roma. “Nos quedamos Sansó, Castañeira, Turcato y yo en un hotel de la Via Veneto (una de las calles más famosas de la capital de Italia). Sansó quería hacer algunas cosas vinculadas al fútbol de Newell’s y nosotros recorrimos un poco Roma”, contó De Luise, quien aprovechó esos días para ir a la Federación Italiana de Fútbol a tratar de pactar algunos amistosos contra equipos de Italia, algo que resultó imposible debido a que el campeonato había terminado y estaban de vacaciones. “’Veco’ entraba y salía de la Federación como si estuviese en su casa, hablando con gente que había conocido en 1992 en el Mundial de Hong Kong (China)”, dijo Turcato con respecto a esos “días de más”.
Según del entonces periodista de LT3, Sansó, el dirigente de la Lepra -uno de los partícipes de la llegada de Diego Maradona al equipo de fútbol en 1993-, se quedó en Italia para intentar cerrar el pase de Mauricio Pochettino a la Fiorentina (se terminó yendo en julio de 1994 al Real Club Deportivo Español de Barcelona). “Yo creo que nos quedamos para acompañarlo para ese tema, pero yo no estuve metido en eso porque eso era un tema netamente futbolístico”, confesó De Luise. Por su parte, Sansó dijo que, tras tantos años y viajes, no recuerda que eso haya ocurrido. “Siempre que hice giras, me quedé varios días después de las competencias para pasear”, reveló.
En esos días de paseo, los muchachos de Newell’s también visitaron algunos sitios turísticos. “Un día fuimos al Vaticano y cuando llegamos vimos que había una delegación del diario ‘El Observatorio Romano’. ‘Cacho’ en realidad se hizo el desentendido pero dio la sensación que sabía de qué se trataba. Pasamos por la puerta y dijo ‘tengo que ver una cosa’. Entramos y terminamos en una sala donde estaban todos los reportes de la visita de los papas a distintos países. ‘Cacho’ buscaba la visita de Juan Pablo Segundo a Rosario (11 de abril de 1987). Revisamos un montón de carpetas, todos en esa sala. Imaginate, éramos cuatro argentinos revolviendo carpetas, buscando fotos, un quilombo. Nos querían echar. Como la foto que buscaba ‘Cacho’ no aparecía, lo empezamos a molestar con Hugo y Marcelo. Le decíamos ‘Cacho, acá esté el papa con Boselli (referencia al fallecido Luis Boselli, secretario del club en aquel momento), y así sucesivamente con varios de sus amigos. Al final la foto que buscaba nunca supimos si apareció o no. Pero estuvimos toda la mañana ahí”, bromeó De Luise.
Curiosidades
Tal vez, una de las cosas más llamativas que ocurrieron en la gira fue la historia de la camiseta amarilla. Por cuestiones de patrocinadores, para los partidos que se televisaban Newell’s tenía que ponerse una indumentaria totalmente opuesta a la tradicional: amarilla y violeta. Aunque Sansó no se acuerde, y diga que él no cree que hubiese permitido eso, lo cierto es que la Lepra tuvo que competir con dichos colores. “’Cacho’ trató de pelearla con los organizadores, pero terminamos haciéndolo igual”, confirmó Gonano. “Jugamos con unas camisetas muy feas. De eso no hay fotos, porque la empresa que nos patrocinaba podía romper el contrato con nosotros por no usar la marca. Así que no hay registros fílmicos ni fotográficos. O, si hay, nadie los mostró”, amplió Buttice.
Otros de los acontecimientos que quedarán grabados por siempre (tanto en la memoria como en los oídos de todos), son los viajes desde el hotel hacia campo de juego. El chofer de la combi que transportaba al equipo ponía siempre el mismo tema: el Tractor Amarillo (canción de la banda española Zapato Veloz). Buttice contó en relación a ello: “La habremos escuchado unos 35 millones de veces. Después se convirtió en cábala, porque nos había ido bien. Se ve que era lo único en castellano que tenía el muchacho, que era español. Estaba de moda en ese momento, pero nos terminamos hartando”.
En el aeropuerto de Bruselas, cuando estaban por volverse a Argentina, a Buttice le pasó otra cosa llamativa. “A mí la gente me pedía autógrafos, yo tenía 17 años y no entendía nada. En un momento, no sé por qué, había quedado separado del resto, y de repente salió un tipo corriendo a abrazarme. Cuando vieron eso mis compañeros se le fueron encima pensando que me iba a hacer algo. Recuerdo que Gonano fue como a defenderme, pero en realidad era un rosarino, fanático de Newell’s, que hace 20 años vivía en Italia, y que estaba en Bruselas. El tipo vio algo de Newell’s y se mandó. Ahí hablamos un rato largo, del barrio, de Newell’s y de muchas cosas; incluso, me contó que vivió a cuatro cuadras de la casa de mi viejo. El flaco estaba desesperado por saber algo de Rosario, porque antes no era como ahora que te enterás todo en Internet”, narró el arquero.
Con Internet hubiese sido todo muy diferente, ya que el plantel, por ejemplo, cuando estuvo en Bruselas, paseando por el centro histórico, jamás se enteró que tenía varios sitios importantes para visitar, a los cuales le pasaron “a una cuadra”. “Nunca nos enteramos que estuvimos a metros de la estatua del hombre ese que está haciendo pis (Manneken Pis, una estatua de bronce de 65.5 centímetros). Hoy en día hubiese ido y al menos me saco una foto”, dijo, como indignado, el arquero.
Primer paso
Esa última gira internacional fue la piedra angular del exitoso año que tendría Newell’s. “Esa semana en Bélgica ayudó mucho a un plantel con tanto prestigio, a conformar un equipo. Ayudó a afianzarlo, para después poder lograr lo que se venía negando durante varios años”, expresó Buttice. Para Fiele, a pesar de haber sudo un “viaje relámpago”, esas experiencias sumaron para poder competir en el torneo local (torneo que ya había comenzado): “Ese era el primer año semiprofesional de Newell’s, porque la mayoría éramos amateurs. El año anterior habían venido ‘Claudinho’ y ‘Clayton’. Recién ese año se sumaron algunos profesionales como Scheave, Socorro, Valarín. Se había formado un gran equipo”.
Lo vivido por los jugadores ese año fue histórico, porque arrancaron la pretemporada en Rosario y la terminaron en Santos (Brasil). Luego, volvieron a la ciudad, y, antes de empezar el torneo de AFA, estuvieron casi un mes en España. Y, por último, el broche de oro fue el torneo en Genk. Más allá de que no ganaron títulos, sin duda las experiencias les dieron espalda para avasallar a sus rivales en Argentina y cortar la mala racha que arrastraban (cuatro subcampeonatos en los últimos seis años).
En Brasil, la Lepra no solo hizo la primera gira internacional del ’94, sino que lo hizo ante los mejores equipos del momento. En ese certamen comenzó a gestarse la temporada que está en las páginas más gloriosas de Newell’s Old Boys. Y, para esa gira, ya habrá tiempo para una historia aparte.
Potterhead, sherlockiano y guardiolista ⚡🔎⚽