El Club Social y Deportivo El Luchador nació el 1° de mayo de 1932. Sus fundadores, provenientes de movimientos obreros, crearon así una institución social en el corazón del barrio La República, ubicado en la zona Oeste de Rosario. Desde hace décadas, el futsal ha sido uno de los pilares del club, atrayendo una gran cantidad de chicos y chicas a sus instalaciones y viviendo momentos históricos que perduran en el recuerdo de sus socios más longevos.
Los inicios
La práctica del deporte en el Lucha comenzó en la década de los 80, luego de que se conformara la Asociación Rosarina de Fútbol de Salón (AROFUSA). El equipo logró una verdadera hazaña, al consagrarse campeón del Torneo 8° Aniversario disputado en 1983, ganándole la pulseada a la Universidad Nacional de Rosario, el gran dominador de la disciplina.
El Luchador siguió participando en los certámenes de AROFUSA y, 10 años después de su primer título finalizó en la segunda colocación del certamen 18° Aniversario por detrás de Sirio, quedando muy cerca de un nuevo título que finalmente no se pudo dar.
La vuelta al ruedo
Debido al estallido social y la crisis económica del 2001, el club abandonó la competencia por algunos años y se incorporó a la Asociación Rosarina de Fútbol (ARF) en el 2008. “Desde aquel momento se inició un proceso que tiene continuidad hasta el día de hoy, más allá de que hubo cambios de ligas”, afirma Juan Manuel Dezorzi, capitán del primer equipo, profe y símbolo de la institución.
A finales del 2014, el equipo retornó a AROFUSA en un proceso que estaría repleto de alegrías. Al respecto, Dezorzi dice: “Fue muy positivo ya que se obtuvieron dos ascensos, se llegó a la final de Primera División y también estuvo la participación en el Torneo Nacional”. Tal y como relata el capitán, el campeonato estuvo a poco de ser una realidad. Finalmente, el título del Torneo 40° Aniversario fue para 14 de Diciembre.
“El paso por AROFUSA fue muy bueno, varias categorías pelearon campeonatos, llegando a las finales y también logrando varios títulos”, comenta Emiliano Marinelli, uno de los referentes del primer equipo del Lucha en el día de hoy.
La reivindicación de un proyecto
Luego de dos temporadas en el fútbol de salón, desde el club tomaron la determinación de regresar a la ARF y empezar un nuevo camino en una disciplina que estaba en auge luego del título mundial obtenido por Argentina en 2016. Así fue como, para el año 2017, El Luchador ingresó en el certamen de Primera B. El desafío era grande: debía afrontar un duro torneo de 34 fechas en búsqueda del sueño del ascenso.
“El Lucha para mi es no es solamente un lugar donde se va a practicar el deporte sino que se encuentran otras cosas como la amistad y el compañerismo, donde la mayoría somos del barrio”, comenta Marinelli sobre el sentido de pertenencia que genera el club. Dichas sensaciones fueron puestas en escena dentro de la cancha, ya que con un plantel conformado por 8 jugadores más un buen número de futbolistas provenientes de la reserva, el conjunto de La República realizó una campaña histórica y se quedó con el título y el pasaje a la máxima categoría.
El grupo, capitaneado por Juan Manuel Dezorzi y dirigido por Gustavo Sanz, cumplió sus expectativas luego de vencer a Banco Nación por 10-3. “Ese torneo fue muy intenso y con muchos equipos buenos que pelearon arriba hasta el final, tensionados hasta lo último logramos el objetivo que más que eso fue la frutilla del postre”, recuerda Dezorzi.
Pero más allá de levantar la copa, el 2017 fue “muy emotivo” para la institución por otros factores según Juan Manuel, que brinda detalles al respecto: “El primer año fue un recuerdo muy lindo porque se pudieron conformar definitivamente los planteles de divisiones inferiores y la tira completa”.
Volver a los primeros planos
Tras dos años en la Primera División del futsal rosarino, El Luchador perdió la categoría en 2019. Sin embargo, dio un paso importante hacia la igualdad de género luego de conformar una primera división femenina, que debutó oficialmente en la Primera B e hizo una campaña fenomenal.
Hoy en día, la pandemia frenó la competencia y las aspiraciones de volver a un lugar de privilegio. Con un plantel repleto de pibes y pibas con amor al club, los planteles aguardan para retornar a la vida diaria en las instalaciones de calle Lima 1350 ya que, como afirma Dezorzi, El Luchador es “mucho más que la rama deportiva”. “Es el espacio donde elegimos construir nuestras vidas y elegimos ser con otros y con otras”, cierra.
Periodista, 25 años. Productor en Radio 2.