Inevitablemente hablar del futsal de Rosario Central está estrechamente vinculado con un nombre en particular: Jorge Emilio Crozzoli. Jugador campeón en 1986 del campeonato de la AFA, ganando la famosa final contra Newell’s, fue el técnico del ascenso a la primera división nacional en 2003 y hace 40 años que está ligado al deporte, siempre con la auriazul a su lado y siempre el club contando con el entrenador.
Entrenando desde 1980, Crozzoli comenzó en Central Córdoba y en 1985 llegó a Central, el lugar que si bien tuvo periodos lejos del banco, siempre eligió regresar. Es hincha, su padre lo llevó a la cancha desde pequeño. Justamente este lazo entre los colores y el DT se debe a eso. “Entiendo la vida como un cúmulo de emociones y sentimientos constante. Hablar de Central es haber vivido y vivir todavía todos esos sentimientos y emociones juntas y es pensar a mi padre en presente, aunque ya no esté”, reflexionó ante Cuna del Futsal.
CdF se metió en el mundo de Jorge para conocer los pormenores, historias y aprendizajes que le dejó el buzo de DT.

Haciendo memoria Crozzoli identificó el momento justo en el que decidió ser entrenador: el primer partido que jugó. Ese partido lo tiene “muy presente” explicó porque “no sólo porque ese día me enamoré literalmente del futsal”, sino que esa misma tarde estaba en la tribuna su futura esposa Claudia, en ese momento eran novios y Jorge tuvo la posibilidad de hacer un gol importante sobre el final del partido, lo que definió como “el famoso sueño del pibe que todos imaginamos alguna vez”.
Sin embargo luego del partido, el entrenador de ese momento realizó una charla grupal donde cada uno expuso lo que vio y Jorge sacó la chapa desde sus primeros pasos: “Describí no los errores sino todos los horrores tácticos que yo había cometido en cancha y que fueron muchos, además le agregué al DT que no había ninguna razón para el me sostuviera en partido”. Acto seguido, el entrenador le respondió de una manera contundente y le aseguró que había jugado mal pero rescató que se pudo dar cuenta, le pidió que cambié la mala cara y cerró diciendo que lo veía como un posible entrenador. Jorge ante esto no dudó y se dio cuenta cuál sería su futuro.
“A partir de ese día empecé a preguntarle todo sobre el deporte y todo el tiempo, a los pocos meses me dio la categoría infantil para dirigir y salimos campeones”, agregó Crozzoli sobre su primera experiencia desde el banco. En esa categoría jugaba su futuro cuñado Franco Sguassero, campeón con Argentina del mundial de fútbol sala en 1994.

El entrenador tiene algo en claro: la relación que nace y se consolida entre su lugar en el deporte y los deportistas. “Nunca te vas a olvidar nunca si algún jugador que dirigiste te premio con su afecto por algo que le pudieras haber dejado para la vida a través del deporte”, manifestó.
Y en este sentido se refirió los momentos “buenos y malos” del deporte, íntegramente relacionados con el concepto anteriormente expuesto.
“Cuando vez que alguno de ellos llegó dentro del deporte a una selección o a competir en ligas superiores. Quiere decir que pudiste generarle algo cuando te tocó intervenir desde mi lugar, aunque sea un pequeño aporte”. Para Crozzoli eso significa un buen momento.

En la otra vereda los momentos magros: “Por ejemplo si te encontrás con que algún jugador que ama este deporte y se frustra su carrera por alguna lesión importante o por cuestiones de la vida”.
Cada uno de estos ejemplos, para el técnico será “lo que te llevas para toda la vida”.
Sin embargo los 40 años de carrera también le dejaron alegrías dentro de la cancha y fuera. Fue parte del primer equipo en ganar un torneo de futsal organizado por la AFA en 1986 cuando Central levantó la copa y agregó otro: “En 1992, el título conseguido de visitante contra Newell’s, ganando el partido de vuelta de la final 3 a 2 y 3-1 en el alargue”.
También dirigió al auriazul en el ascenso a la primera división en 2003 y consiguió varios títulos en inferiores y siendo entrenador de las mujeres. En este sentido nombró a la 8va división del 2014 ya que ese grupo le “enseñó muchísimo” y no se olvidó cuando con Central fue el primer equipo en jugar la Liga Nacional en 2018, donde llegaron a la fase final: “Ese torneo lo jugamos con un equipo armado en un año y con jugadores de 22 años promedio de edad. Que ahora son el presente y futuro del club”.
Por último, el momento más “ingrato” que le tocó vivir en el mundo del futsal fue el descenso en AFA en 2008, que si bien no era parte del cuerpo técnico formaba parte del staff de entrenadores de Central. “Eso significó además dejar de competir en la elite nacional, hoy todavía lo recuerdo con mucha tristeza”, esbozó Crozzoli.

Una mención especial
Tantos años relacionados al futsal Crozzoli reconoce una “lista larguísima” de “verdaderos amigos” que le “enseñaron a mejorar” a través de críticas y consejos. Y cada uno de los nombres que aparecen en esa lista, aclaró Jorge, “siempre los reconocí con lo más importante que alguien debe tener en la vida y es que soy un agradecido a ellos”.
Pero la mención especial pasó por otro lado. Uno más cercano. Uno que transita día y noche junto al entrenador. Su familia. “En tanto tiempo con el futsal me toleraron y toleran toda mi locura que tengo por este deporte”.
Entre su familia Matías y Juan Pablo, sus hijos. Ellos además del tiempo en el hogar comparten la pasión del futsal. Jorge, como no podía ser otra cosa, es entrenador de ambos en Central.
“Aprendí a diferenciar y separar al hijo del jugador. No hay muchos que pasaron por esta oportunidad de dirigir a tus hijos, es realmente es una verdadera enseñanza. Son de las mejores cosas me pasó y que me voy a llevar para siempre en la vida”, contó Crozzoli a CdF.

“Dos deportes distintos”
Así definió el DT a la diferencias que encuentra entre el futsal que él practicaba y dirigía en sus comienzos y el que le toca ver en 2020. “Los cambios fueron enormes en todos los aspectos. Desde lo táctico, de jugar sistemas totalmente rígidos casi con posicionamiento definidos, a pasar a jugar con sistemas tácticos flexibles donde la polifuncionalidad del jugador hoy es casi excluyente”, subrayó.
No obstante, hizo hincapié en la metodología de entrenamiento como el gran cambio.
En sus comienzos se utilizaba una enseñanza “analítica” en la que la toma de decisión era casi nula. En el siglo XXI eso se modificó y ahora se transfieren los conocimientos de manera “integrada” donde todas las facetas que comprenden al futsal están interrelacionadas en los ejercicios. Esto quiere decir que la parte física, la técnica y tácticas se planifican dentro de los entrenamientos y la relación del jugador con el balón, el rival, sus compañeros y el espacio y tiempo es directa. “Eso condiciona al jugador a leer el juego y se lo introduce en la toma de decisiones, por lo que tiene directa sintonía y máxima transferencia con el juego real”.
Otro punto que marcó es la relación entre el tiempo y espacio con los que contaba un jugador cuando comenzó y los que tiene ahora. Antes eran “sustancialmente mayores” a los de la actualidad: “La posibilidad de pensar para resolver situaciones en mis inicios dentro del deporte tenían un tiempo más y eso era una gran ventaja, en la actualidad ese margen prácticamente no existe”.
A pesar de que los espacios físicos se agrandaron, manifestó Crozzoli que los partidos “se dirimen verdaderas batallas tácticas y físicas, encontrar espacios es casi milagroso”.
“Por lo sin lugar a dudas estamos hablando claramente de dos deportes distintos”, puntualizó el entrenador.
Trabajo y pasión
Con 37 en el deporte la vigencia de Crozzoli está a la vista, se hizo cargo del equipo femenino de Central y lo consagró campeón en 2019, la primera división masculina del Canalla llegó a la Liga Nacional en 2018 y dejó una marca a nivel nacional. Pero cuál es el secreto para que cuatro décadas después siga estando entre los mejores entrenadores de Rosario. Hasta recientemente ganó el Mundial de CdF de entrenadores de la ciudad. Esta duda la despejó con simples palabras: “Me parece que en los deportes amateurs, donde las demandas son muchísimas, cada vez son más, los recursos son siempre son escasos y que van por detrás de esas demandas, creo que el secreto es trabajar mucho y hacerlo con pasión esa la clave, aprendí desde lavar una camiseta, inflar una pelota y hacer de entrenador, eso hoy lo sigo haciendo. Trabajo y pasión no puede faltar nunca”.
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