Nuestro futsal está lleno de historias. Cada una tan atrapante como las demás. Con sus matices, sus flancos más conocidos y los no tanto. Desde la primera división hasta el ascenso, pasando por el femenino y por qué no, por inferiores.
Una de ellas es la de Martín Vitta, actual entrenador del novel conjunto de María Madre. Hombre que supo ponerse los cortos para sudar dentro del terreno de juego, aunque su carrera como jugador tuvo un abrupto final empujado por lesiones, pero jamás se desligó del futsal, y hoy, con la espina de la despedida dentro de una cancha que no pudo ser, transita el laborioso pero satisfactorio camino de entrenar y enseñar.
Martín comenzó su vida con la pelota en el Centro Vasco. De muy pequeño descubrió una gran pasión por el futsal. A los 10 años, se fue a jugar a Sirio, donde transcurrió gran parte de su carrera e incorporó un cariño muy grande por la institución.
1996 – 2013. Sirio: su casa.
Arribó con edad de 9na división, por entonces categoría considerada ‘mini’ en la liga Arofusa. Realizó todo el ascenso formativo de las inferiores y se sumó al plantel superior en el año 2004. Formó, generalmente, los equipos de tercera, aunque estuvo presente en varios eventos trascendentales en la historia de Sirio.
Fue parte de aquel plantel que consiguió quedarse con una de las dos zonas del primer campeonato organizado por la Asociación Rosarina de Fútbol en 2007, lo que les valió el pasaje al primer Torneo Nacional de Futsal en San Luis al año siguiente.
Previo a la competencia que dio el puntapié inicial al futsal de ARF, Vitta sufrió una de sus tantas lesiones en sus rodillas, por lo que vivió ese primer torneo completo desde la tribuna. En el 2008, tras la operación de ligamentos y el proceso de recuperación, retornó a las canchas poco tiempo antes del Nacional, pero igualmente integró el contingente que viajó hacia tierras cuyanas.
“Era un grupo muy unido. Se planteó la posibilidad de llevar refuerzos para afrontar el T.N., pero el plantel decidió no hacerlo”, contó Martín Vitta. Esa es la “impronta de Sirio, la que le imprimieron Marcelo y Hugo Nardone”, aseguró el ex jugador del Tricolor, y para demostrar esa realidad, agregó: “A pesar de que yo era mayormente jugador de tercera y que recién volvía de una lesión muy larga, el grupo quiso que viajase igual en vez de buscar una incorporación”.
En aquel Nacional Sirio demostró estar a la altura de los poderosos equipos de Buenos Aires y del sur del país. No pudo alcanzar las semifinales sólo por diferencia de gol en la fase de grupos. “¡Fui a conocer San Luis! -comentó entre risas- Apoyé más desde afuera que dentro de la cancha, pero la experiencia fue hermosa”, afirmó.
Durante los siguientes años, y firmando planilla principalmente en reserva, Martín fue parte de grandes conjuntos sirios. “El grupo era uno solo. Se diferenciaba al primer equipo por el talento y a la tercera por el sacrificio. Era una época en la que nosotros (NdR: la tercera división) cumplíamos la función de alojar a los chicos para que den el salto a primera, y eso se respetaba”, argumentó el actual D.T.
Esa escuadra de reserva de Sirio “era muy compacta, siempre estuvimos en el pelotón de arriba”, recordó Vitta. Su primera etapa en el Tri finalizó con broche de oro. En el 2013, la tercera de Sirio y la de Newell’s disputaron un desempate por el campeonato. En cancha de USAR, Argentino Sirio se coronó campeón y Martín cerró, con un campeonato, su primer paso por el club.
2013 – 2015. Equipo de amigos.
La decisión de alejarse de la institución donde transcurrió gran parte de su vida deportiva no fue fácil. Pero un viejo anhelo llegó para concretarse. Junto a un grupo de amigos, Martín y los suyos crearon Mitre Futsal, un equipo que participó durante dos años y medio de la liga regida por Arofusa.
“Amigos de la vida nos dimos el lujo de jugar juntos y compartir la amistad también dentro de una cancha”, argumentó. Al ser Mitre un conjunto en formación, el actual ex jugador sintió que podía aportar más allí que en Sirio: “Fue un proceso inverso, en Sirio nos hicimos amigos por compartir un grupo, en Mitre un grupo de amigos formó un equipo”.
En el primer torneo con el nuevo ‘team’, lograron el ascenso de la ‘C’ a la ‘B’. Luego, en la segunda categoría, contaron con 3 chances inmejorables para lograr el paso a la máxima división, pero no las pudieron concretar. Finalmente el grupo se disolvió tras 5 torneos.
2015 – 2017. Vuelta a casa.
Su pasión por el futsal recaló nuevamente en Italia al 900, esta vez para unirse a la línea B de Sirio. Martín detalló esa etapa de la siguiente manera: “Cuando llegué, el conjunto era Sirio pero en Arofusa. Jugamos un año ahí y luego nos mudamos a rosarina para ser definitivamente la segunda línea en la máxima competencia (ARF) de este deporte”.
Inesperadamente, luego de disputar el primer año siendo Sirio B en rosarina, tuvo que ponerle punto final a su carrera como jugador. Mientras realizaban la pretemporada del 2017, volvió a sufrir una grave lesión en la misma rodilla que ya tenía operada y debió alejarse de los rectángulos de juego. Por ahora. “Me quedaron ganas de jugar aunque sea 6 meses más y retirarme formalmente dentro de una cancha”, se sinceró el entrenador de María Madre.
2018 – presente. Nuevo objetivo, aprender a ser entrenador.
En el curso de una nueva recuperación, apareció la posibilidad de dirigir a María Madre. La oferta le llegó a través del coordinador del futsal del club en ese momento, quien a su vez fue recomendado por un viejo amigo de Martín.
“Fue todo muy rápido. Llegué faltando 2 o 3 semanas para que empiece el torneo”, aclaró. La escuadra de La Lata no integraba aún las filas de la Asociación Rosarina. En su primera experiencia como entrenador, Vitta debió afrontar una gran adversidad.
El grupo era nuevo, estaba a punto de debutar en fútbol de salón, pero como la institución cumplía una serie de requisitos que varios otros clubes no, arrancaron directamente en Primera División, sin pasar por la ‘C’ ni la ‘B’. “La mayoría de los chicos eran del barrio y jamás habían jugado futsal, así que imaginate”, expresó el D.T. El contexto no ayudó demasiado.
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A finales de ese mismo año, por una serie de inconvenientes, el club dejó de competir en la otra liga de futsal. Nuevamente, el marco no favoreció al grupo: “Estuvimos un par de meses entrenando sin competencia y sin saber dónde íbamos a jugar, porque todavía no se cerraba el arribo a la rosarina. Algunos de los chicos se fueron a jugar a otros clubes en ese período”, describió Vitta.
El 2019 trajo grandes noticias para María Madre. El club comenzó a competir en la máxima liga de este deporte en la ciudad, pero eso no fue lo mejor. En el transcurso del último año de la década el club de La Lata pudo hacer su cancha, ganar un importante premio de la Fundación River, seguir creciendo institucionalmente y, por supuesto, plantar bases en la Asociación Rosarina.
“Me gusta esto de ser el entrenador, a pesar de que todavía me estoy acomodando. Tengo un grupo de jugadores que me ponen a prueba todo el tiempo, en el buen sentido. Estoy tratando de buscarle la vuelta a distintas situaciones en todo momento. Aunque confieso que durante la cuarentena me puse a pensar en ponerme los cortos y jugar algo más, lo que me aguante la rodilla, y poder retirarme como jugador de manera formal”, deseó Martín Vitta, ex jugador, actual entrenador de María Madre.
- En Resumen:
- Como jugador:
- Sirio
- Mitre Futsal (Arofusa)
- Sirio B
- Como entrenador:
- María Madre
Larga vida al rock.